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Mostrando entradas de julio, 2013

Tu voz. Romeo Murga

Tu voz, eso es lo que amo,   más que tu corazón y casi más que a ti; esa cosa invisible que sale de tus labios, y junto a mis oídos, triste, viene a morir;   esa cosa tan dulce con que tú me respondes   y con que aquella tarde me dijiste que sí. Tu voz, eso es lo que amo. ¡qué bonita es tu voz!   Más que tu cuerpo todo y más que toda tu alma. ¡Qué manera que tienes de embellecer las sílabas,   gotas del encantado surtidor de tu charla! ¡como vibra en el aire la música pequeña de tu voz, perfumada de evocaciones claras! ¡Con qué dulzura pende de tu boca graciosa en invisible y diáfano rosario de palabras! Tu voz, eso es lo que amo; el eco triste y trémulo de tu alma triste y trémula; eso que cuando callas, se aleja hacia la sombra, y cuando vas a hablarme, desde la sombra llega. Amo tu voz, tan tenue como la brisa que pasa rozándole los pétalos al clavel de tus labios, y otras veces tan ruda, que al escucharla ha sido como si un

Tu fantasma

Hace mucho tiempo que tu imagen no vuelve constantemente a mi cabeza, ni ronda mis sueños, ni se interpone en mi trayectoria. Que duros fueron los muchos meses en los que a cada paso que intentaba dar, tu imagen, congelada con la sonrisa de la última vez que nos encontramos a solas, se interponía. Me resignaba en mirar para otro lado y volvías a aparecerte. No me dejabas. Simplemente querías vivir en mi recuerdo y yo olvidarte. Probé a visitar la tumba en la que te enterré y en lugar de desaparecer, reapareciste con un mayor efectismo. Parecía que allí, frente a tu lápida, se proyectaron a la vez todos y cada uno de los momentos íntimos que vivimos. Las madrugadas en las que no podía dejar de mirar tu imagen desnuda a contraluz. Los paseos, las charlas, los helados y los parques en el final del invierno. ¿Por qué pisaste tan profundo? Y a pesar de que, con el tiempo, la cicatriz ha ganado a la postilla y a los restos de sangre coagulada, aun, muy de vez en cuando, como hoy por ejemp