Marzo
-I- Cuando te conocí, jamás pensé que todo acabaría tal y como acabó. Albergaba tantas esperanzas para nosotros que sólo pensar lo contrario dolía. Aquel día, frente al Cáceres medieval, en lo alto de la plaza de San Jorge... allí quise besarte por primera vez y no me atreví a hacerlo porque... no parabas de hablar. Deseaba que te callases. Y cuando así era no paraba de oír la siniestra música disonante de una orquesta de cuerda y viento; semejante a la que se puede oír en los anticlímax de las películas. Aquellas escenas que mantienen una tensa calma que hace sospechar un pronto crescendo que nunca llegará. Como las olas del mar que van y vienen sin mayor aquel. Diría que esa fue la música que, con el tiempo, mejor representó nuestro "quise-y-no-fue" -II- Te recuerdo paseando a mi lado. Largos y largos paseos repletos de conversaciones sobre videojuegos que nunca jugaría y que no despertaban ningún interés en mí. Sin embargo te dejaba hablar sobre ellos,...