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Mostrando entradas de 2013

El mundo es un lugar ajeno.

Camino solo. Es noviembre y es mejor resguardarse del frío, por lo que aprieto el paso. Estoy en una de esas horas en las que se espera que la noche te sorprenda mirando un escaparate o una madre columpiando a su hijo. Un niño sonriente parapetado en mil prendas de abrigo. No voy a renunciar al placer de atravesar un parque para abrirme paso entre las hojas caídas. A veces pienso en que las hojas tienen su dignidad y les molesta ser empujadas y pisoteadas y que, por eso, crujen de rabia. Hasta el sol parece perezoso en estos días. Ni siquiera molesta de frente. Pues bien, mejor seguir caminando y dejarse de reflexionar estúpidamente sobre las bondades de tu estación favorita... chico, hasta para eso eres raro. Todo el mundo ansiando el verano y el calor y tu lo detestas. Lo detestas porque todo es calor, sudor, alegría y fiesta. Soy raro, odio esas fiestas cuya única excusa es beber, beber y beber. Y oye, no soy falso, soy el primero que agarra una botella de ginebra y no la suelta

Daydreaming

Es curioso cómo el tiempo se acelera cuando estás en un lugar familiar, un lugar en el que te gusta estar. Y aquí estoy, otra vez en la casilla de salida de un nuevo curso ilusionante y, como siempre, con temores de muchas cosas. Han sido unas buenas vacaciones, bien aprovechadas al menos. He descansado y he pisado lugares que hacía años no pisaba y me apetecía volver a pisar: Mérida, Guadalupe, la ruta de los pantanos... Y el cementerio... sí, el cementerio. Ese lugar donde todos nos reencontraremos en unos años. A mí me parece un lugar de lo más inspirador. Un lugar que, al contrario de lo que nos parece a todos, a mí me inspira ganas de vivir. Un cementerio es un lugar donde los que reposan en restos te gritan en silencio que estás llamado a VIVIR. Siempre que he ido me fijo en nombres, en fechas, en fotos y siempre acabo pensando en la cantidad de historias que dejaron atrás, en las palabras que les faltaron por decir, los recuerdos que se llevaron a la nada. La reflexión más g

27

No haré grandes discursos, no diré frases memorables que intenten sonar a historia personal. No haré menciones ni nada parecido.  Sólo decir que a estas horas ya he cumplido los 27. Ya es 8 de Agosto. Uno tiene siempre la tentación de mirar atrás en lugar de hacia delante.Y sinceramente, creo que lo mejor ya lo he dejado atrás. A medida que mi edad se acerca más al tercer dígito voy dejando atrás mi juventud más alocada. Ojo, no he dicho que no me quede nada por vivir, sino que tengo la sensación de que el techo ya está tocado en cuanto a experiencias gigantes.  Lo bueno de tener tan bajas expectativas respecto a lo que ha de venir, es que si realmente viene algo grande, lo disfrutaré el cuádruple, y por otro lado si no viene, no me veréis llorando por las esquinas y quejándome de lo amarga e injusta que es la vida. No es mi estilo, ya no al menos.  Por eso creo que es mejor conservar las expectativas bajas. Pero esto no es motivo de tristeza, no al menos para mí. Estoy bien, es

Tu voz. Romeo Murga

Tu voz, eso es lo que amo,   más que tu corazón y casi más que a ti; esa cosa invisible que sale de tus labios, y junto a mis oídos, triste, viene a morir;   esa cosa tan dulce con que tú me respondes   y con que aquella tarde me dijiste que sí. Tu voz, eso es lo que amo. ¡qué bonita es tu voz!   Más que tu cuerpo todo y más que toda tu alma. ¡Qué manera que tienes de embellecer las sílabas,   gotas del encantado surtidor de tu charla! ¡como vibra en el aire la música pequeña de tu voz, perfumada de evocaciones claras! ¡Con qué dulzura pende de tu boca graciosa en invisible y diáfano rosario de palabras! Tu voz, eso es lo que amo; el eco triste y trémulo de tu alma triste y trémula; eso que cuando callas, se aleja hacia la sombra, y cuando vas a hablarme, desde la sombra llega. Amo tu voz, tan tenue como la brisa que pasa rozándole los pétalos al clavel de tus labios, y otras veces tan ruda, que al escucharla ha sido como si un

Tu fantasma

Hace mucho tiempo que tu imagen no vuelve constantemente a mi cabeza, ni ronda mis sueños, ni se interpone en mi trayectoria. Que duros fueron los muchos meses en los que a cada paso que intentaba dar, tu imagen, congelada con la sonrisa de la última vez que nos encontramos a solas, se interponía. Me resignaba en mirar para otro lado y volvías a aparecerte. No me dejabas. Simplemente querías vivir en mi recuerdo y yo olvidarte. Probé a visitar la tumba en la que te enterré y en lugar de desaparecer, reapareciste con un mayor efectismo. Parecía que allí, frente a tu lápida, se proyectaron a la vez todos y cada uno de los momentos íntimos que vivimos. Las madrugadas en las que no podía dejar de mirar tu imagen desnuda a contraluz. Los paseos, las charlas, los helados y los parques en el final del invierno. ¿Por qué pisaste tan profundo? Y a pesar de que, con el tiempo, la cicatriz ha ganado a la postilla y a los restos de sangre coagulada, aun, muy de vez en cuando, como hoy por ejemp

No te olvido.

Felicidades. Sí, felicidades por la parte que te toca a ti. Si me felicitase a mí mismo estaría siendo muy cruel. Es increíble que hayan pasado 3 años y aun siga recordándolo, ¿verdad?. Lo siento, pero es que hay heridas que nunca cierran. Pueden dejar de sangrar, pueden dejar de doler y puede que olvides que están la mayoría del tiempo. Pero de vez en cuando vuelven a abrirse y supurar. La herida de lo que pasó no se va a cerrar nunca. Sé que debo seguir adelante y eso intento hacer, pero como bien te dije una de las últimas veces que hablamos, cuando intentas recomponer un corazón roto una y otra vez acabas perdiendo pequeños fragmentos hasta que nada acaba por encajar del todo y, bueno, acabas haciendo una chapuza que no sirve para nada. Me preguntaste aquella vez si había conseguido empezar de nuevo con alguien, supongo que para descargar tu conciencia... Me cuesta creer que seas una persona tan fría como fuiste. No olvido que me dijeras lo que dijiste de olvidarme de mis sentimi

Ellos se van, tú te quedas

Hacía mucho tiempo que no escribía aquí, pero mi vida ha sido un camino monótono y casi de inercia estos últimos meses. Sin embargo, hoy, a estas horas ya de la madrugada, necesitaba escribir para exteriorizar sentimientos. Acabo de llegar de la ceremonia de despedida de alumnos de segundo de bachillerato de mi colegio. Y en resumidas cuentas, cada vez lo llevo peor. El primer año estuve frio, no conocía a los alumnos y básicamente fue un trámite. El año pasado conocía de una optativa del año anterior pero no había, que digamos, muchos lazos de unión, salvo excepciones. Pero sin duda este año me he emocionado, aunque ni he querido ni he podido exteriorizarlo ante ellos. Y es que, una de las cosas malas de pasar del lado de los que se van al lado de los que se quedan, sin ningún tipo de transición, hace que no te acostumbres muy bien al hecho de dejar volar a los pájaros del nido, por así decirlo. Y sé, y lo comentaba a un compañero, que cada año va a ser peor. Sobre todo porque, con

Bajo llave

Desde hace algún tiempo  estoy más y más encerrado en mí mismo. He aprendido a estar solo y estoy bien solo. De modo que, como es natural, he decidido que estar solo sea mi elección. Muchos de los que me conocisteis hace tiempo o no hace tanto tiempo podríais pensar que es una elección cobarde y totalmente insensata. Somos seres sociales, sí, pero hace tiempo dejé de encontrar interesante la compañía de otros y, a veces, hasta resulta incómoda. Lo cierto es que he encontrado mi propio "Sancta Sanctorum" y me encierro en él bajo llave cuando llegan los días de descanso. Y si alguna persona ha entrado en él hasta ahora, ya no. Este es mi espacio y nadie, jamás, podrá volver a violar lo que para mí es su santidad. Este es mi espacio y en él no hablo ni siquiera conmigo mismo. Paso en silencio horas y días. Sólo recibo una llamada cada tres días desde casa o, a veces, las menos, soy yo el que toma la iniciativa. Los medios de comunicación digitales tales como skype o messenger

Larra y Yo o Cuando el amor mata

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 Mariano José de Larra: un hombre cargado de frustraciones, reflexivo, dado a la introspección, disolvente, solitario. Larra fue un hombre sin amigos, o con pocos amigos. Un tipo empeñado en preparar durante toda su vida la pistola que le iba a levantar la tapa de los sesos. Su primera y su última frustración fueron amorosas. Resulta curioso encontrar en un talento literario de tal magnitud un comportamiento sentimental tan inexperto, una inestabilidad emocional tan desmedida. Todo esto le cargó de frustraciones. Pero no sólo fueron amorosas. La lista es copiosa. Larra es el hombre que intentó mil cosas y sólo acertó en una. “En cada artículo entierro una esperanza o una ilusión”, nos dice en uno de ellos. Sólo en esto acertó. A los 20 años se casa con Josefina, una joven sin sustancia, superficial, aniñada y ridícula, una mujer que poco o nada iba a aportar en la vida de un hombre con inquietudes literarias. Sin duda éste fue el gran error sentimental de Larra, no será su primera de