La tormenta que viene

He visto desde mi torre de marfil cómo los continentes chocaban unos con otros. He sido testigo de la devastación de los hombres, de cómo luchaban unos contra otros, se pisoteaban por tomar posiciones para alcanzar las nubes.

-"Las cadenas que nos ataron al suelo nunca han estado más firmes y fuertes. Somos nosotros, hombres, los que vemos el mundo conquistado por los males y nos quedamos quietos. No se nos caía la cara de vergüenza ante los males que nos asolaban, ante cómo un hombre era capaz de quitarle el pan a otro. Nuestras armas disparan a los indefensos que piden parlamento y rendición.
Y nos dio por esperar una solución, mirar al cielo mientras nos pisoteábamos... y gritar... gritar... gritar... ¿lo oyes? ¡PARA UN SEGUNDO! ¿puedes oírlo?... sí, ahí está".

He visto desde mi torre de marfil cómo el mundo cambiaba, los animales huían de un destino metálico. Pájaros volando hacia el sur gorjeando sus últimos cantos. Gacelas corriendo por las estepas huyendo de la noche que otrora les protegía.

-"¿Somos humanos? ¿alguna vez lo fuimos? no queda nada de humanidad en nuestro corazón... nos hemos fabricado corazas que hunden lo que somos a lo más profundo de nuestro ser. Preferimos no sentir, preferimos ser lo que no somos, preferimos preferir a actuar. ¿y no nos avergüenza?... ¿no vamos a hacer nada? solo gritar no basta... PARA DE GRITAR... no servirá de nada gritar sin actuar, que nuestro grito sea un grito de guerra, de lucha contra nuestros límites, de ruptura de nuestras cadenas... ¡GRITA!

Rompe las cadenas... rompe tus ligaduras... toma aire, mira al cielo y sé testigo de la cantidad de cadáveres que has ido dejando por el camino... y grita.

Y cuando estés preparado déjate envolver por los tambores. Sí, tambores de guerra. Legiones de personas que quieren ser humanos por encima de todas las cosas. Que honrarán los cadáveres que han pisoteado a lo largo de la historia. Que homenajearan los hombros de todos aquellos genios sobre los que se han apoyado".

He visto legiones de hombres-humanos ocupar su sitio en la historia. El sitio del hermano que ayuda al hermano. El sitio en el que el capital no es material. Solo lo que cada uno puede hacer por los demás. Ese es el capital que he visto. Con el que los nuevos hombres pagan a los demás. Se acabó el depender de las drogas de oro y plata. Esas que hicieron que nos deshumanizásemos, las que nos convirtieron en meros títeres de un juego que NO queremos. El juego de los que llegaron arriba y creen que pueden llegar más arriba cuanto más deshumanicen al resto.

El hombre-humano resplandecerá por encima de todo lo que mató al hombre viejo. No creerá en las batallas en las que corra la sangre, sino en aquellas en las que el poder de las palabras venza a todo lo demás. Habiéndose despojado de sus cadenas, el hombre nuevo escalará valiéndose de sus manos desgastadas por los años para llegar arriba y expulsar de allí a aquellos que fueron injustos, temerarios, asesinos y estafadores. Y luego bajará para celebrar con sus hermanos su liberación.

Ya basta de lamentarse, ya basta de compadecerse. Los números son claros, somos más los que queremos un mundo nuevo, un mundo basado en la igualdad, en la armonía, en la verdad, en el arte, en la ciencia, en el progreso, en la libertad de un individuo sin dioses ni creencias que le coarten a ser él mismo. Sin hombres que manejen las invisibles cuerdas de un juego de títeres. Sin medios que emboten nuestras posibilidades. Sin adoctrinamientos.

Ya basta de estar sentado esperando en nuestra cueva de sombras reflejadas la llegada de las estaciones una tras otra. El mundo gira, el tiempo pasa... tu tiempo pasa. ¿A qué esperas? Sabes quienes manejan las cuerdas que te atan, sabes quienes pretenden cegar tus ojos para no ver tus cadenas. Sabes quienes te invitan a pisotear impunemente a los demás. ¡ MÁNDALOS CALLAR! Tu voz es la voz de los hombres nuevos, los hombres realmente humanos. Tienes su misma autoridad porque eres tú. Porque has nacido entre la misma sangre y el mismo dolor que ellos y porque morirás tras el último suspiro, al igual que ellos. Da igual a quien ames, da igual tu aspecto, tus gustos, tus días desperdiciados, tus sonrisas. Eres igual que ellos, ¡PUEDES MANDARLES CALLAR! con el mismo derecho que ellos lo han hecho siempre contigo.
No consientas una tropelía más que manche tu humanidad. NO se te ocurra rebajarte al nivel de la violencia. Habla claro, habla alto. Ayuda a otros a desprenderse de sus cadenas, a ser libres.

Tú y sólo tú puedes ser la tormenta que viene.

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